jueves, 20 de agosto de 2009

Larra


Hola, hoy vuelvo a hablaros de un grandisimo escritor, por lo menos para mi.

Este es el último escritor del romanticismo que conozco, se llama Mariano José de Larra. Fué un gran escritor y periodista. Escribió artículos para los períodicos en los que criticaba su tiempo. Es famoso el artículo de "Vuelva usted mañana" en el que criticaba a la administración y su lentitud. Tan sólo escribió una novela "El doncel de don Enrique el doliente", creo que es asi.

Murió joven, se suicidó por amor. Cerca de los 30 años si no me equivoco.

El artículo que traigo hoy lo hemos leido en clase de literatura. Uno de mis preferdios. Es un extracto de el resto, que se titula "El día de difuntos de 1836" en el que critica este día.


El día de difuntos de 1836

Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de las puertas de Madrid!

Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.

Entonces, y en tanto que los que creen vivir acudían a la mansión que presumen de los muertos, yo comencé a pasear con toda la devoción y recogimiento de que soy capaz las calles del grande osario.

–¡Necios! –decía a los transeúntes–. ¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis espejos por ventura? ¿Ha acabado también Gómez con el azogue de Madrid? ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan contribuciones que no tienen; ellos no serán alistados ni movilizados; ellos no son presos ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del celador del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta, porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no reconocen más que una ley, la imperiosa ley de la Naturaleza que allí les puso, y ésa la obedecen.


Una gran labor literaria la de este escritor.


1 comentarios:

fran91 dijo...

en el romantisismo era como mucha costumbre suicidarse por amor mmmmm :P como influye la epoca y los estilos en las personas u.u

y bueno no conozco a este hombre , pero al parecer es muy bueno asi ke grax por aumnetar tantito mis conocimientos

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